Nuestros hijos: los mejores maestros
- Casa Om
- 26 jul 2018
- 3 Min. de lectura

En esta época pareciera que todos los niños vienen con un “chip” actualizado de lo que es la vida. No es casualidad que los padres sientan que sus hijos “saben más que ellos”, que tienen miradas sabias, pensamientos poco comunes para su edad, ideas locas del universo y las estrellas, y una visión de la vida mucho más empática y amorosa. Y es que las ultimas generaciones de chispas de luz que han llegado a poblar la tierra vienen con misiones claras, a hacer cambios importantes, a vivir en la nueva frecuencia de la tierra, entrando en la 5D.
Estos niños, ya sean índigo, cristal, arcoíris o diamante, son los llamados a elevar la frecuencia vibratoria tanto de la tierra como de los seres que habitamos en ella, a través del amor incondicional.
Es por eso que hoy en día podemos ver que los niños autistas, por ejemplo, están naciendo en muchas familias del planeta, ya que ellos vienen con un trabajo específico, vienen al encuentro con su Ser Superior como seres encarnados en esta tierra. No es un trabajo fácil, pero ellos amorosamente lo han decidido así, eligiendo a sus padres, quienes deben trazar el camino liberándolos de los prejuicios e ignorancia de la sociedad actual. Ellos saben que a quien deben escuchar realmente en su camino a la evolución es a ellos mismos, por eso su silencio es extremo. No se ensucian con lo exterior, ellos viven en otra sintonía, muy distinta a la que todos nosotros estamos acostumbrados a vivir.

Y en general, todos los niños de las últimas generaciones saben a lo que vienen, pero depende de nosotros, de los padres y de la sociedad en general, el escucharlos y entender sus mensajes. Ellos vienen a cambiar los sistemas de educación, ya que no pueden estar sentados frente a un pizarrón por más de una hora. Ellos saben que ese tipo de educación es arcaica y que no está enseñando los reales valores del ser humano. Sería tan distinto que desde pequeños les enseñáramos meditación, yoga, geometría sagrada, fitoterapia, huerta orgánica… ¡que maravillas podrían hacer cuando lleguen a ser adultos! Desarrollar su intuición, el trabajo en comunidad, el desarrollar talentos innatos en el ser humano, potenciando sus habilidades. Si a un niño le gusta lo música, deberíamos potenciar ese aspecto y lograríamos formar un ser humano íntegro y feliz, haciendo lo que él quiera en la vida, no diciéndole que como músico se morirá de hambre, y que es mejor estudiar una carrera tradicional y dejar lo que realmente le gusta como un pasatiempo que podrá desarrollar llegando a los treinta. Así seguiremos formando seres humanos infelices, insatisfechos con sus trabajos, con sus familias y con su vida en general.

Escuchemos a nuestros niños, ellos recuerdan cuál es su misión. Con el tiempo lo olvidan, porque estructuramos tanto sus vidas que los convertimos en un zombie más de esta sociedad. El regalo más grande que les podemos dar es escucharlos, el dejar que ellos nos guíen en la vida, mostrándonos su gran potencial como seres humanos. A través de ellos podemos encontrar muchas veces nuestro propio camino.
Todo es perfecto, todo está trazado de manera hermosa e inteligente, y ellos son quienes nos están diciendo a gritos que todo esto tiene que cambiar, que está cambiando, pero nos necesitan para seguir trazando su camino.
Escucha a tus hij@s, obsérval@s, juega con ell@s, pinta, ensúciate, baila (¡no reggaetón, por favor!), enséñales a cantar, medita, conversa, dale las gracias por ser tu hij@, pregúntale: ¿cómo lo pasaste? En vez de preguntarle, ¿cómo te fue? Date un tiempo para aprender más de esos pequeños maestros que te eligieron en su camino al despertar.
Comments