top of page

El viaje, la mejor terapia de autoconocimiento

  • Foto del escritor: Casa Om
    Casa Om
  • 21 sept 2017
  • 4 Min. de lectura

Escrito por: Paloma Bahamondes, Terapeuta Integral

Casa Om | Viajar

La gran mayoría de las personas en este planeta sueña con viajar. Algunos prefieren los lugares exóticos, otros las playas paradisiacas. Algunos quieren conocer aquellos lugares que siempre han visto en postales y películas y otros simplemente quieren viajar para relajarse en un “all inclusive”. Toda deseo de viajar, sea cual sea el motivo, es completamente válido. Lo importante es el viaje en si, el salir de tu país para conocer diferentes culturas, para conversar con personas de otras partes del mundo y entender que al final todos somos iguales. No importa el destino, no importa con quién viajes, no importa el motivo, lo que realmente importa es todo lo que aprendes y lo que deja esa aventura en tu vida.


Y es que el viajar nos invita a conocernos a nosotros mismos, en otros escenarios, en otros entornos. Cuando empiezas a planificar tu viaje ya sientes esa ansiedad por que llegue el día en donde todo comienza, en donde empieza esa aventura que te llevará a lugares que soñaste conocer, a pisar esas tierras y decirte a ti mismo “lo logré, aquí estoy”. Esa maravillosa satisfacción de mirar con tus propios ojos aquello que soñaste tantas veces. Y cuando lo logras, cuando estas allí, la emoción y la felicidad te embargan porque finalmente pudiste hacerlo.


Cuando comienza el viaje es todo tan incierto. No sabes si resultarán todos los planes que hiciste antes de partir, pero da igual. Lo importante es el viaje mismo, resulte o no tu planificación. Y cuando por fin llegas al lugar y te ves rodeado de personas diferentes a las de tu país, en un escenario completamente desconocido, escuchando mil idiomas que nunca habías escuchado, sintiendo diversos olores y sonidos, todos tus sentidos te invitan a vivir esa aventura y a disfrutar cada momento, sabiendo que todo eso que estás viviendo jamás se repetirá. Es en ese instante cuando te das cuenta de que cada minuto en la vida vale oro, no sólo cuando estás viajando sino que en tu diario vivir. Todos sabemos, o al menos intentamos llevarlo a la práctica, el que tenemos que vivir y disfrutar cada momento de nuestra vida, pero cuando estamos en nuestro país, en nuestro hogar, haciendo nuestro trabajo día a día, nos olvidamos de apreciar ese presente que nunca más se repetirá. Al viajar queremos atesorar cada momento, y nos damos cuenta de que el verdadero viaje, aquel que nuestra alma está haciendo cada minuto de nuestras vidas, es el viaje real. Estamos viajando todos los días, las 24 horas del día, y somos nosotros mismos quienes decidimos dónde nos lleva ese viaje.


Claramente, el viajar “físicamente” nos da la oportunidad de darnos cuenta de esto, al menos a quienes buscan algo más allá de simplemente conocer diferentes lugares. Al saber que tenemos que aprovechar al máximo aquella oportunidad que nos está dando el universo y que nos estamos dando nosotros mismos, abrimos nuestra consciencia y exploramos más allá del sólo hecho de estar pisando tierras lejanas. Eso es lo interesante, lo mágico del viaje. El estar en lugares como Machu Pichu, Isla de Pascua o Stonehenge y respirar ese aire mágico que envuelve estos sitios. Es el estar en las calles de Amsterdam o Inglaterra y observar a las personas, sus costumbres, cómo se visten, cómo se mueven. El caminar por la selva y escuchar como esa naturaleza te habla. Cada lugar, cada país y cada ciudad tiene su magia. Algunos nos van a fascinar, otros nos van a decepcionar, otros nos van a maravillar y sorprender, pero insisto, lo importante no es el lugar sino lo que ese lugar deja en nosotros mismos.


Cuando conversamos con personas de India, Alemania, Inglaterra, Japón, entendemos que sus culturas son completamente distintas a la nuestra y apreciamos el haberlos conocido porque gracias a eso estamos conociendo un poco más del mundo. La riqueza de una conversación es infinita, no importa que no hablemos el mismo idioma, siempre es posible comunicarse de una manera u otra. Y al entrar en contacto con estas personas también nos vamos dando cuenta de quiénes somos, de nuestra identidad. Cuando les hablamos de nuestro país, de nuestro vino, de nuestros paisajes, nos sentimos orgullosos y más chilenos que nunca -aunque generalmente nos conocen más por nuestra selección de futbol- pero da igual. El tema es hablar de nuestro querido país, de cómo se vive en Chile y lo que hacemos con nuestras vidas en este lugar tan apartado de todo lo demás. Nos sentimos exóticos y nos damos cuenta de que es hermoso viajar, pero que finalmente, en algún momento, siempre queremos volver a nuestro país, a nuestras raíces. Pero todo lo que vivimos en ese viaje, todo lo que conocimos y los momentos que disfrutamos quedarán para siempre en nuestra memoria y podremos revivirlo cada vez que nuestra alma así lo quiera.


Cuando volvemos del viaje tenemos esa sensación de alegría, de querer contar a nuestros seres queridos lo que vivimos y lo que aprendimos, las anécdotas y los detalles, pero lo más importante es aquella sensación de haber crecido de alguna manera, de haberse conocido a sí mismo en aquellos escenarios antes extraños y desconocidos.


Lejos, la mejor terapia es el viaje. Y si no tienes la oportunidad de viajar físicamente invita a tu alma a viajar a través de la imaginación. Pero viaja y sigue viajando, experimenta y siéntete parte del mundo, no de un país. Identifícate pero no te limites. Eres mucho más que un chileno viviendo una vida monótona. Y si no te gusta, cambia el rumbo de tu viaje. La decisión siempre es tuya. Lo importante finalmente no es el lugar a donde vayas sino cómo realizas ese viaje y lo que aprendes en cada minuto de esa maravillosa experiencia.


Comments


bottom of page